En octubre de 2008, mientras La Fabriquera despedía a su lugar de encuentro, también cumplía años. Por entonces, sus miembros decían sobre ellos mismos:
“La Fabriquera cumplió años, podríamos decir sobre todo que fueron trece empecinados años, empecinada voluntad de ser. Todo cambia muy rápido y siempre se corre el peligro de que nuestra propuesta acabe en nada, de todos modos ya por suerte es tarde. La Fabriquera marcha. No podemos decir sola, porque la voluntad que la habita no es individual, es un búnker colectivo y resistencial”.
A raíz del cumpleaños de La Fabriquera, la despedida del espacio de 2 y 42 se transformó en un festejo en el que el recuerdo de todas las cosas buenas que pasaron en ese lugar, el encuentro a partir de la identificación que provocaba la necesidad de retener, aunque sea en la memoria, a esas paredes que habían sabido contener a numerosas expresiones artísticas, y el deseo de seguir adelante estuvieron presentes.
Algunas cosas que pasaron en la despedida:
Dos años después del cierre de la vieja carpintería donde funcionaba La Fabriquera, el espacio de creación sigue vivo.
“La Fabriquera vive, aún hoy sin un lugar fijo, en todos aquellos que la hicimos posible, ya sea en los que estuvimos sobre sus escenarios como en los cientos de personas que la convirtieron en un lugar propio, un espacio de encuentro y de referencia cultural. Porque en La Fabriquera se trabajó siempre, mucho y atendiendo a la calidad de sus espectáculos. Y esa experiencia perdura”.
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